Miradas sobre Japón (II): antes del viaje

La principal pregunta que se hace todo el mundo ante un viaje a Japón es: ¿sale caro?
Bueno, como pasa siempre, todo depende de los días que vayas, del tipo de viajero que seas, del cambio de divisa que haya en ese momento... Pero no es tan caro como nos imaginamos.
Lo más caro, sin duda alguna, es el billete de avión. Pero comprándolo con unos meses de antelación lo puedes hacer por unos 700 €.
Una vez en tu poder, tienes que pensar en algunos aspectos:
  • Cuándo ir
Las estaciones en Japón son bastante extremas. Mucho calor en verano, frío intenso en invierno... Por eso, lo más recomendable son las épocas de primavera y otoño, donde el clima es suave y se puede disfrutar además de la imagen de los árboles florecidos o los tonos otoñales. Todo un espectáculo. Pero no por eso hay que desdeñar otras épocas. El verano es caluroso y muy húmedo sí, pero por experiencia sé que es llevadero. Sudarás continuamente, pero no debería ser motivo para desdeñar la oportunidad de ir.
(Como nota curiosa, los japoneses usan toallas en verano para secarse el sudor. Ellos, o las llevan enrolladas en la frente, o bien al cuello; ellas usan unas toallas más pequeñas, o pañuelos, que llevan en el bolso y las sacan con toda naturalidad.)
Quizá en invierno, por la cercanía de Siberia, no sea tan aconsejable, pero viendo que todo el mundo se alarmaba porque fuera en verano, y luego no fue para tanto, no sé si le daría tanta importancia. Llevando un buen abrigo, claro. 
Por cierto, no es necesario visado para los españoles que viajen menos de 90 días.
  • Vuelo
Como ya he dicho, cuanto antes puedas comprar el billete mejor. Hay multitud de compañías que vuelan a Japón. El trayecto suele durar unas 15 horas, haciendo al menos una escala.
Lo que sí te recomiendo es que calcules que el día de llegada va a ser un día perdido, aunque llegues temprano. Quizá seas de las personas que duermen sin problema en los aviones y esto no te atañe. Pero por mi caso y lo que me han contado otras personas, después de tantas horas de vuelo, el primer día no suele ser muy productivo. Una buena opción podría ser salir de España por la tarde/noche, para llegar a Japón por la noche, descansar y comenzar la visita al día siguiente. Pero bueno, cada uno conoce su metabolismo, y los días que tiene para el viaje (que al final es lo más importante).
Japón cuenta con dos aeropuerto internacionales: Tokio y Osaka. Normalmente, por cuestión de precio, se suele volar a Tokio. Pero antes de comprar los billetes es interesante consultar la opción de ir a  una ciudad y volver de la otra, sobre todo si te vas a mover por el país.
  • Hoteles
El alojamiento es una de las cosas más caras que vas a encontrar en el viaje. El precio medio de una habitación doble de hotel está en torno a los 120 € (y eso que son habitaciones pequeñas), pero buscando se pueden encontrar mejores precios. Además, hay albergues, hoteles que ofrecen mejores precios si no tienen que entrar a hacer la limpieza todos los días, otros con tarifas especiales para habitaciones muy pequeñas (buena opción si viajas solo)...
Los famosos hoteles cápsula cuestan unos 35 €. No está mal, pero no sé si pasaría más de una noche en un cubículo de 1x1x2. Además de por la claustrofobia, porque me han comentado que hay mucho trasiego y ruido por la noche, aparte de mínima pivacidad. Piensa que es como una litera, cerrada con una cortina. Como todo, lo dejo a tu elección.

Estos hoteles son frecuentados sobre todo por hombres que salen muy tarde de trabajar y les compensa quedarse a pasar la noche, antes que coger el tren para ir a casa (en las grandes ciudades es muy normal que tengan que desplazarse hasta una hora -o más-). La mayor parte son alojamientos sólo para hombres, aunque hay también hoteles cápsula con plantas destinadas a mujeres.
Los ryokanes son la opción exótica. En realidad son posadas tradicionales, aunque ahora la mayoría son hoteles de lujo de estilo japonés. En lugar de cama se duerme en futones extendidos sobre tatamis. Los baños suelen ser comunes y muchos de ellos disponen de onsen (balneario natural) o sento (baño común, sin propiedades termales).
Por si a alguien le sirve de ayuda, los alojamientos que yo reservé fueron:
*En Tokio: hoteles de la cadena Villa Fontaine (tienen un hotel prácticamente en cada barrio. Desde 70 €).
*En Kioto: Gojo Guesthouse (albergue de estilo japonés, con baño compartido y dormitorio con futones).
Por último, advertiros de que es necesario un adaptador de enchufes con clavijas planas. Aquí cuestan 1 €, pero si se te olvida en Japón los vas a encontrar también por todas partes.
  • Transporte - Japan Rail Pass
Aparte de los billetes y del alojamiento, el otro tema con el que deberías hacerte antes de salir  es el Japan Rail Pass. Sobre todo, si tienes pensado desplazarte por el país. 
El JRP es un billete que te permite subir a cualquier tren de la compañía nacional de ferrocarril (Japan Railways) durante los días elegidos. Existen pases de 7, 14 y 21 días, válidos para días consecutivos.
EL JRP permite acceder a trenes de alta velocidad (shinkansen), locales, algunos expresos, autobuses de la compañía JR, la línea circular del metro de Tokio y algunos ferries (como el de Miyajima). Sin embargo, el tren bala Nozomi queda exento.
El pase tiene una validez de tres meses desde su compra y no se puede adquirir en Japón, es sólo para visitantes extranjeros. Cuando llegues a Japón debes acudir con él a una oficina de Japan Railways donde lo sellan y anotan el primer día de uso. Esta gestión la puedes hacer el primer día que lo emplees o bien, si has planificado tu viaje y sabes cuál va a ser tu primer desplazamiento, en las oficinas que hay en el mismo aeropuerto. No importa que lo vayas a usar una semana después. A partir de ahí, sólo tendrás que mostrarlo antes de acceder al andén.
A la hora de tomar un tren puedes reservar la plaza acudiendo a una ventanilla, aunque en realidad no es necesario. Todos los trenes tienen vagones con asientos reservados o sin reservar. A no ser que sea una fecha concreta en la que se esperen muchos pasajeros, no suele haber problema en subir a un vagón sin asiento reservado.
Precios en clase turista:
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                  adulto               niño
  7 días         276 €             138 €
14 días         440 €             220 €
21 días         563 €             282 €
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A primera vista no son nada baratos, pero teniendo en cuenta que lo que más vas a emplear son trenes de alta velocidad (si visitas Kioto, Osaka, Hiroshima), con tres viajes ya sale a cuenta.
Para un viaje de una semana (Tokio-Kioto) no merece la pena comprar el bono. Puedes consultar precios y horarios de los trenes japoneses en esta web: hyperdia. EL JRP lo puedes emplear en el tren que va del aeropuerto a Tokio y en una línea de metro (con conexión con las principales estaciones), pero aun yendo a Kioto, no creo que salga a cuenta. A partir de 10 días ya comienza a resultar rentable.
En Madrid lo puedes adquirir en:
  1. HIS. C/ Princesa, 25. 3ª planta.
  2. JTB. Plaza de Callao, 5-9.
  3. Destinos asiáticos. C/ Jacometrezo, 15.
Los taxis son carísimos y los autobuses son un pelín más complicados de emplear que el metro, por lo que sólo los recomiendo en lugares donde no quede remedio, como Kioto. Normalmente se accede por la puerta trasera, donde compras el billete en una máquina (si no llevas el importe exacto a su lado hay otra máquina que da cambios). Se pica justo antes de salir por la puerta de delante.

  • Planificar el viaje 
Aquí van algunas rutas clásicas para organizar tu viaje. Tokio y Kioto son básicas, las excursiones dependen de vuestros gustos, si sois más urbanitas, si preferís campo, o playa. Japón es enorme y ofrece numerosas posibilidades.
- En 1 semana: Tokio y Kioto. 3 días en una ciudad y 4 en la otra, según lo que os apetezca, si la gran megalópolis que es Tokio o la ciudad tradicional, llena de templos, que es Kioto.
- En 2 semanas: Tokio (4 días), Kioto (3 días) y excursiones de un día, por ejemplo a Nikko, Kamakura, monte Fuji (si planeas escalarlo, calcula dos días) y Yokohama desde Tokio (Kamakura y Yokohama se pueden ver en el mismo día); y desde Kioto, visitas a Nara, Hiroshima y Osaka.
- Más semanas: a estas rutas se les puede añadir Kagoshima y las islas del Sur (Okinawa), ciudades como Kanazawa, Takayama, Nagoya, descubrir los senderos del Kumano Kodo, Hokkaido (la gran isla al norte)...
Dado que las distancias son enormes, os recomiendo que  perdáis tiempo estudiando el viaje. Decidid qué preferís hacer: sólo Tokio, Tokio-Fuji y alrededores, Tokio - Kioto (y alguna excursión), bajar hasta Kagoshima o Hiroshima... Sentaos con el mapa y un calendario delante y ved cómo exprimir el JRP al máximo. Además si visitáis la página de hyperdia, encontraréis horarios de trenes, estaciones y hasta andenes donde tomarlos, con lo que ahorraréis mucho tiempo.

















Miradas sobre Japón (I)

domingo, 9 de octubre de 2011 9.10.11 Publicado por Raquel Navarro 0 comentarios
Unos días antes de viajar a Japón un loco me advirtió que cuando volviese no sería la misma persona, que el viaje iba a cambiar mi perspectiva sobre muchas cosas. 
Como el muchacho estaba un poco "flipao" no le hice mucho caso, pero esa frase quedó en mí. Y es gracioso, pero debo reconocer que tenía razón. Al regresar de Japón he notado que han cambiado muchas ideas que tenía, del país y de nosotros, los españoles, en particular.
Conceptos como organización, respeto o amabilidad han cobrado un nuevo sentido.
Lo que más llama la atención, y no me canso de repetirlo, es la amabilidad y educación del pueblo japonés. Es cierto que son fríos, que el contacto físico (y en algunos casos, visual) entre ellos es nulo; que el respeto que mantienen por las tradiciones es casi inconcebible viendo su estilo de vida actual, y sin embargo son tan amables y serviciales que resulta chocante, incluso para nosotros los latinos.
A pesar de que la gran mayoría no habla inglés (ni siquiera en las grandes ciudades), hacen lo imposible por entenderte, atenderte y ayudarte. ¡Incluso aun cuando no has pedido ayuda! En cuanto ven a alguien mirando un mapa, alguien (repito, aun sin saber inglés) se acerca para intentar echar un mano. Y no me digas cómo, a pesar de las diferencias lingüísticas, te acabas entendiendo. Sin duda, eso ha sido lo mejor de este viaje.  
No importa que estés en la otra parte del mundo, en un país en el que no sabes su idioma y la mayor parte de ellos no habla inglés, con una cultura totalmente diferente; a pesar de todo ello, es tan fácil y agradable moverse por el país, que parece mentira.

El concepto de organización es otro de los que adquieren otra dimensión tras conocer Japón. Todo está tan organizado que en cuanto te haces a ello resulta muy sencillo moverse. En las estaciones de metro y tren numerosos carteles te indican las direcciones. En los andenes, pinturas en el suelo marcan el lugar en el que va  a estar cada puerta del tren, de modo que no hay duda para saber de antemano dónde para cada vagón.
En el metro, el precio del billete corresponde a la distancia que recorres. Un mapa encima de las máquinas expendedoras te indica el importe, compras el billete y al salir de la estación, si te has equivocado de cantidad (ten en cuenta que en Tokio hay dos compañías de metro y en algunas estaciones se cruzan sus líneas) tienes otra máquina que te calcula la diferencia que debes pagar. Por supuesto, tienes que guardar el ticket para salir del metro.
Algo parecido sucede en los autobuses de Kioto. Accedes por la puerta trasera y ahí mismo hay una máquina para pagar el billete y a su lado, una máquina que da cambios, para poder pagar el importe exacto. Está todo pensado. Increíble.
En los restauranes, las cartas vienen acompañadas de fotografías de cada uno de los platos, por lo que también es muy sencillo pedir. Si no es el caso (lo cual es muy raro), en la entrada tienen una vitrina con réplicas en plástico que también puedes señalar. Hay locales en los que en lugar de hacer el pedido al camarero lo realizas en una máquina (parecida a las de tabaco) donde eliges los platos pulsando en su imagen, pagas y el camarero sólo recoge el ticket para ver los platos y pedirlos en cocina. No es necesario ni hablar. 
En los templos tienen preparadas bolsas para que lleves tu calzado y máquinas para que envuelvas el paraguas en plástico y no mojes el suelo... En fin, mil anécdotas de las que deberíamos aprender.

Si hablamos de limpieza, qué decir. Suelos impecables, ni papeles, ni hojas, ni colillas; ni en la calle, ni en las tiendas, ni en las estaciones, ni en ningún sitio. Es curioso, porque apenas encuentras papeleras por la calle. Para empezar porque los japoneses apenas comen por la calle (sólo helados), como mucho beben, ya que hay máquinas de refrescos por todas partes. Y ahí es donde están las papeleras.

La seguridad es también sorprendente. Japón debe ser el país más seguro del mundo. Al menos en lo que a hurtos se refiere. En su mentalidad el robo es algo inadmisible e impensable. Para ellos algo como llegar a una cafetería, dejar la chaqueta, el bolso y el portátil (!!!) en una mesa e ir a pedir, despreocupándose de lo que han dejado atrás, es lo más normal. ¿Miedo a que te roben en el metro en hora punta? Ninguno. La sensación de seguridad es total. Por desgracia, por este motivo cuando vienen a occidente son el objetivo principal de los rateros. Son tan confiados, que no comprenden el robo. Además, en Japón lo habitual es usar dinero en efectivo. Las comisiones de los bancos al usar las tarjetas son elevadas, por lo que apenas las utilizan en comercios. Es por eso que, al salir de Japón llegan con bastante dinero en efectivo, y eso sumado a su confianza, les convierte en dianas fáciles.
Otras cosas más que llaman la atención: la facilidad que tienen para dormirse en cualquier sitio y a cualquier hora (algo normal dado que trabajan entre 40-70 horas semanales). Eso sí, al ser parte de su cultura, se ve como algo normal, ni se le mira mal a esa persona, ni se le juzga. (No como aquí.)

Otro asunto es la edad de jubilación de los japoneses. Aunque hace unos años pasaron de jubilarse de los 60 años a los 65, en realidad se jubilan más tarde. Pero sobre todo lo que me causa sorpresa (para bien) es que no esconden a sus mayores. Quiero decir, es normal ver a mayores de 60 en recepciones de templos y en puestos de información, como jardineros, repartidores, etc., labores que aquí, en general, sólo vemos realizar a gente joven. Y, por cierto, hay que ver qué agilidad tienen estos mayores.

 Por último, la fiebre por las compras y el juego (y la música estridente que las acompaña y te destroza oídos y neuronas). Comprar es el deporte nacional. Todas las tiendas están llenas de gente y todo el mundo va cargando bolsas. Lo mismo sucede con los locales de juegos. Llenos, abarrotados a todas horas. El pachinko es el juego principal. Es una especie de tragaperras, en el que compras unas fichas (unas bolitas de acero), las introduces en la máquina y esperas a que caigan. Según donde lo hagan, te llevas premio o no. Los jóvenes prefieren los videojuegos y tienen verdaderos templos para poder jugar horas y horas.

Japón sorprende.
Gasolinera 
Y aún queda mucho por contar...

Zumaia, meca de la geología

La Tierra es un lugar asombroso. Millones de años transformándose, viendo nacer y desaparecer especies, acercando tierras, cubriéndolas de hielo... y qué pocas veces nos paramos a mirarla. Siempre pensando que la presencia del hombre lo eclipsa todo.
Y, sin embargo, hay momentos en que la Tierra  misma nos pone en nuestro sitio, recordándonos que no somos sino una mota de polvo en sus 4.000 millones de años de historia. Uno de esos lugares es Zumaia y, en concreto, los ocho kilómetros de costa entre esta localidad y su vecina Deba. 8 km de testimonio real de las transformaciones que ha sufrido la Tierra desde el Cretácico (hace 100 millones de años) hasta nuestros días.
A lo largo de la franja costera los acantilados se adentran en el mar formando lo que se denomina rasa mareal, o flysch. Formada por sedimentos de areniscas, calizas y arcillas, la roca avanza hasta 300 metros dentro de las aguas. Todo un espectáculo de la Naturaleza.

El Flysch, un libro abierto
Hace 100 millones de años lo que ahora es Zumaia se encontraba sumergida a 1000 metros bajo el mar. En sus profundidades los sedimentos se iban depositando, formándose distintos tipos de estratos que recogen la información del nivel del mar y su temperatura. De ahí su aspecto a modo de capas de roca. Cada capa es como el capítulo de un libro que nos cuenta la historia de las distintas etapas geológicas.
Estas capas se formaron durante 40 millones de años y entonces, en el momento en el que las placas tectónicas de Iberia y Europa chocan, provocando la aparición de los Pirineos, salen a la luz.

El Flysch de Zumaia es uno de los registros rocosos más espectaculares del mundo. Además es testigo de momentos tan importantes como el límite entre el Cretácico y el Terciario (reflejado en la capa de iridio que se puede observar), momento en el que se calcula que un meteorito chocó contra la Tierra y provocó la desaparición de los dinosaurios; así como del último gran calentamiento terrestre que marca el límite entre el Paleoceno y el Eoceno.

Rutas
Para apreciar esta maravilla podemos hacerlo tanto por tierra como por mar. En ambos casos, debemos esperar la hora de marea baja para poder observarla en su totalidad.
A pie podemos acercarnos a las playas de Itzurun y Sakoneta. Si tenemos más tiempo (y ganas), exite una ruta de 14 km (GR 121) que une Zumaia y Deba, y que nos acerca a los acantilados y playas, pero también nos invita a conocer los caseríos y ermitas locales.
Por mar, encontramos varias ofertas para conocer la zona en barco y descubrir otra perspectiva de la franja costera. Rutas de una hora en barco (alrededor de 15 €) , o combinaciones de barco + senderismo + visita al Centro de interpretación Nautilus (de 13 a 25 €), a gusto de cada uno.

Un día en Zumaia

Ya que estamos aquí no puedo dejar de recomendar perderse durante un tiempo por esta localidad. Pasear por sus calles, seguir el curso de los ríos Urola y Narrondo y disfrutar de la bahía que crean al desembocar ambos en el Cantábrico, adentrarse en el Museo Zuloaga o disfrutar de la gastronomía vasca. No lo lamentarás.

Paseando por Europa

La sirenita dando la espalda al Puente de Londres. No entiendo nada.  ¿Vuelven las invasiones vikingas o esto es otro efecto más del calentamiento global? Ni una cosa ni la otra. Esto es Parque Europa. Un parque al este de Torrejón de Ardoz en el que puedes recorrer los monumentos más representativos de diez países europeos sin ayuda de interrail, vuelos lowcost o gafas 3D. Y además, gratis.
En septiembre de 2010, Parque Europa se inauguró con la intención de ser el "pulmón verde" de Torrejón. 233.000 metros cuadrados que contienen las reproduciones de 16 monumentos europeos, así como zonas lúdicas y de multiaventura (hay una zona de juego infantil y tirolinas).
La única pega es que el parque es tan nuevo que aún no ha tenido tiempo de que crezcan los árboles y en días soleados se echa en falta alguna zona de sombra.


La torre Eiffel, la de Belem, molinos holandeses, el puente de Arlès, el Atomium... o lo que es lo mismo, un agradable paseo por Europa, donde niños (y más de un mayor) pueden poner a prueba sus conocimientos de arte y geografía.

Medina Azahara

martes, 31 de mayo de 2011 31.5.11 Publicado por Raquel Navarro 0 comentarios
Descubrí Medina Azahara, casi por casualidad, en mi primera incursión por tierras andaluzas. En ese momento, las ruinas de lo que fue el centro de poder omeya eran un punto en un mapa, junto a una indicación de "imprescindible". Su visita fue todo un descubrimiento. ¿Cómo es posible que casi no supiéramos de su existencia?, ¿por qué no se le ha dado más publicidad a este yacimiento? Y, sobre todo, ¿por qué no se ha excavado más?
Después quedaron las numerosas anécdotas de recorrer Medina Azahara en agosto, 3 de la tarde y con un calor insoportable. La sed y el calor ayudándonos a imaginar la corte y los palacios de Abd al-Rahmán III, ¿o era nuestra imaginación?, la caminata para volver al punto de salida... Pero sobre todo, el recuerdo de lo efímero, de lo que pudo ser (y por unos años lo fue) el centro del mundo, la ciudad más avanzada y refinada de occidente, y del que apenas quedan un conjunto de piedras a modo de recuerdo.
Ahora, doce años después, Medina Azahara se hace llamar por su nombre árabe, Madinat al-Zahra y un museo, premio de arquitectura incluido, recibe al visitante. Sin embargo, queda el calor de la planicie cordobesa y la misma pregunta: ¿por qué no se ha podido excavar más superficie? ¿Problemas técnicos o de dinero?

En octubre de 2009, el conjunto arqueológico inauguró el Museo de Madinat al-Zahra (premio Aga Khan de arquitectura). Se trata de una construcción que se mimetiza con el paisaje y se sumerge bajo tierra para no robar protagonismo al yacimiento. Tras su construcción, al visitante que llega a Medina Azahara se le aconseja que entre al museo antes de continuar la visita. Es gratuito y en su interior no sólo se encuentran restos encontrados en el yacimiento (capiteles, columnas, piezas de vajilla, cerámicas...), sino que además ofrece la posibilidad de ver un vídeo que narra de manera sintética, visual y ágil cómo se realizó la construcción de la ciudad, los usos, el estado original de los diversos espacios y él día a día en la vida del califa. Normalmente este tipo de material audiovisual suele ser pesado, aburrido y lento, pero en este caso me sorprendió muy gratamente. El vídeo dura unos 15 minutos y está hecho con animaciones. Pero ante todo, cumple con su función pedagógica, que es que cuando por fin accedes al conjunto arqueológico, tu mente está preparada para ver policromías, arcos y columnas donde sólo quedan restos de muros, piedras y huecos.


Abd al-Rahman III mandó construir Medina Zahara en el año 940, como símbolo de poder. Trasladaría así el centro del califato a un enclave desde el que dominaba la sierra y la llanura. La nueva ciudad albergó la residencia del soberano y su corte, que dejó Córdoba para seguir al califa. Medina Azahara se dibujó en forma de grandes terrazas. En la superiores, el palacio y los edificios administrativos; en las inferiores, la zona residencial y la mezquita.
La vida de la ciudad fue muy corta, apenas 75 años. Las luchas de poder terminaron desintegrando el califato y la ciudad fue sometida al expolio.

Las primeras exploraciones se realizaron a principios del siglo XX. En la actualidad sólo está excavada una décima parte de lo que fue Medina Azahara. Entre sus ruinas, aún se pueden entrever las dimensiones de la mezquita, el espacio destinado a los guardias, las viviendas superiores, la casa del primer ministro Ya´far (figura clave en los años centrales del califato), la plaza de armas y el salón de Abd al-Rahman (ahora en restauración).

La visita al conjunto de Medina Azahara es gratuita, tanto la entrada al museo como al yacimiento. Lo único que hay que pagar es el traslado en un autobús lanzadera de un punto a otro. Si el visitante accede en vehículo privado, este servicio cuesta 2,10 €. Si lo hace mediante el autobús de Turismo de Córdoba que une los 8 km entre Córdoba y Medina Azahara (dos salidas diarias), el trayecto, más una pequeña guía y el servicio lanzadera cuesta 7€. Si optas por esta modalidad, debes reservarla en uno de los puntos de información turística de Córdoba.
A tu regreso, supongo que cansado y acalorado por la visita, nada mejor que perderse por las callejuelas de Córdoba. Te dejo aquí un enlace con algunas de las tabernas que no deberías perderte: tabernas cordobesas.

Arcachon: ostras... y algo más

martes, 22 de febrero de 2011 22.2.11 Publicado por Raquel Navarro 0 comentarios
Paseando por el centro de Madrid me he encontrado con un letrero enorme en la puerta de un bar que anunciaba que tenían ostras de Arcachon. Y me he acordado de este lugar del que os quería hablar desde hace tiempo. Las ostras son su mejor reclamo, pero hay muchos otros motivos para viajar aquí.





Para empezar, por su emplazamiento. La localidad de Arcachon se encuentra en la costa atlántica francesa, justo en la bahía que lleva su mismo nombre. Al norte de Las Landas y a una hora de Burdeos.


Arcachon nació como un pueblo de pescadores. A principios del siglo XIX, el auge de los balnearios y las estaciones termales propició la creación de una estación de tren, dentro de la línea Burdeos-La Teste. Arcachon ganó una tremenda popularidad y comenzó a atraer a las familias acomodadas del país, que elegían este destino para descansar y tratar sus dolencias.
En 1862 los hermanos Péreire (empresarios ferroviarios) crearon la "Ciudad de Invierno". Un barrio situado sobre la montaña, con vistas al mar, que en poco tiempo se convirtió en el centro económico local. A lo largo de sus sinuosas calles se levantaron villas señoriales de fachadas góticas, balcones de madera, torres y jardines exóticos. En 1985 la Ville d´Hiver se convirtió en monumento histórico de Francia.


Además de los balnearios, Arcachon cuenta con numerosos atractivos naturales. En sus alrededores se encuentra la duna de Pilat. Surgida entre el mar y el bosque de las Landas, esta formación de arena de 3 km de longitud y 110 metros de altura ofrece unas vistas de la región inmejorables.


Dando un paseo en barco podemos ver el banco de Arguin, una reserva natural donde anidan cientos de aves. Y cerca, podremos vislumbrar dos cabañas que surgen del agua, son las llamadas tchanquées, que indican a su espalda la Isla de los Pájaros, una pequeña isla dentro de la bahía en la que se refugian las aves.


El paseo marítimo, la lonja, el Museo Acuario o el mirador Belvedere son otros de los principales puntos turísticos. Y, como decíamos al principio, las ostras. La bahía de Arcachon es una de las principales cuencas francesas en la producción de este molusco. En esta zona se consumen todo el año, acompañadas de pequeñas salchichas (crépinettes), con un vinagre de chalotas, crudas, calientes e incluso con foie. Y siempre acompañadas de un buen vino de la zona de Burdeos.

Ahora que llega el buen tiempo, ¿a quién no le apetece pasearse por Arcachon y tomarse unas ostras con una copa de vino frente al mar?

Fotos: www.arcachon.com, rufino, sam nimitz, pvaneynd, Emilio del Prado (flickr)

Dzanga-Sangha: un paraíso por descubrir

A pesar del daño que estamos causando a la Naturaleza, todavía quedan unos cuantos rincones en los que el hombre puede encontrar un recuerdo del paraíso perdido. En pleno corazón de África, el parque de Dzanga-Sangha es uno de ellos.
En su superficie conviven numerosas especies animales, haciendo de esta reserva un lugar único en el mundo en el que observar el comportamiento animal es todo un espectáculo que merece la pena ser vivido.

Reserva natural

Situada en la República Centroafricana, la reserva de Dzanga-Sangha limita al oeste con Camerún y al sur con la República del Congo y forma parte del Parque Sangha River, un proyecto de protección de la selva tropical que une  las reservas naturales de estos tres países (Dzanga, Lobeke en Camerún y Nouabale-Ndoki en el Congo).
Sin duda el mayor atractivo de Dzanga-Sangha reside en su fauna: gorilas, antílopes, elefantes y numerosas especies de mamíferos pueblan esta reserva. Y de todos ellos, la observación de gorilas es el principal reclamo turístico.
Cada día una avanzadilla de pigmeos  informa sobre la localización del grupo de gorilas (Gorilas Occidentales de tierras bajas, una especie endémica de África Central). Al amanecer un grupo de investigadores, a los que pueden acompañar un máximo de tres turistas, sale desde el campamento de Bai Hokouen en busca de estos para proceder a su estudio. Científicos y turistas buscan y siguen al grupo durante varias horas hasta que reciben el relevo que seguirá monitorizando el movimiento de los gorilas. La jornada puede ser extenuante, ya que los gorilas pueden desplazarse muchos kilómetros en busca de comida.


Elefantes, búfalos, antílopes bongos, chimpancés, babuinos y galagos son las otras estrellas de la reserva. Junto a ellos, otra de las grandes atracciones es la observación de aves. Bien haciendo senderismo o bien navegando en canoa, se pueden avistar hasta 379 especies de aves y 200 clases de mariposas dentro del Parque.


Los Pigmeos Baka
En la República Centroafricana habitan 11 tribus indígenas, de las cuales los Baka son los que se asientan en Dzanga.
Los Baka son un pueblo pigmeo, originariamente nómada, pero que, a consecuencia de la deforestación provocada por las empresas madereras, se está sedentarizando. Su esencia como comunidad se expresa mediante la música y la danza, artes que les permiten conectar con dioses y antepasados.
Los Baka son una tribu acogedora, que acepta con entusiasmo la presencia de turistas. Además de acompañarlos en la búsqueda de gorilas, los turistas pueden degustar sus platos locales, practicar con ellos la caza con red y la recolección de plantas medicinales.

Información práctica
Para llegar a la reserva, lo mejor es volar hasta Bangui y desde ahí hasta Bayanga, localidad principal que se encuentra a 35 km del parque. Una vez en Bayanga se puede encontrar alojamiento, desde sencillas cabañas de bambú, hasta los lujosos bungalows del Doli Lodge con vistas al río Sangha.

Pasear por la selva tropical, convivir con pigmeos, observar familias de gorilas y elefantes en su hábitat, navegar en canoa... ¿Quién dijo que no existía el paraíso?

Fotografías: Nicolas Rost (Flickr)