Shackleton y la aventura del Endurance

lunes, 26 de abril de 2010 26.4.10 Publicado por Raquel Navarro 1 comentarios

“Para un proyecto conjunto de corte científico y geográfico, dadme a Scott. Para una carrera al Polo Norte y nada más, Amundsen. Y si estoy en un maldito agujero y quiero salir de él, dadme a Shackleton.”


Ernest Shackleton fue uno de los exploradores más tenaces y entusiastas del siglo pasado. Su historia es la de un hombre obsesionado con la aventura. Y el Polo Sur, la materialización de esa obsesión. Además de por sus méritos como navegante, es recordado como ejemplo de liderazgo en condiciones extremas.



El siglo XX se despierta con la obsesión de conquistar los dos polos. Las sociedades geográficas, exploradores y científicos luchan por ser los primeros en revelar las incógnitas que entrañan estas tierras.

En 1901, Ernest Shackleton acompaña al capitán Scott en su viaje a la Antártida. Aunque la expedición no consigue llegar al polo magnético, se convierte en la primera en alcanzar semejante latitud (82°17'). En 1907 organiza una nueva marcha, esta vez bajo su liderazgo, para intentar la hazaña. Se quedó a tan sólo 180 km. del Polo Sur. Lo que, en lugar de desalentarlo, le impulsó en su objetivo de volver a buscar la financiación necesaria para lanzarse de nuevo a la mar. El golpe llegó en 1911 cuando se hizo público que Roald Amundsen había logrado pisar el continente de hielo. Shackleton, decepcionado, se impone una nueva meta. Ser el primero en recorrerlo a pie. En agosto de 1914 comienza su aventura.

Con la I Guerra Mundial de fondo, el gobierno británico solicita que todos los buques se pongan a disposición del ejército. Shackleton ofrece el Endurance, el barco y la tripulación que ha reunido y que está presta a partir rumbo a la Antártida. Por fortuna, el gobierno de Churchill desestima su ayuda.

El 9 de agosto el Endurance parte hacia Argentina, desde donde se dirigirá hacia Georgia del Sur, y de ahí hasta el mar de Weddell: punto de partida de la misión.


Shackleton es un aventurero nato. Para él no hay más fin en este proyecto que verse recompensado con el éxito. Sin embargo, para conseguir financiación ha tenido que enrolar a varios científicos y al fotógrafo Frank Hurley, gracias al cual se conserva un registro fotográfico de su epopeya.

Los balleneros de la zona se lo han advertido. Este año los hielos están creciendo más y más rápido que los años anteriores. Su proyecto es una locura que debería replantearse. Pero están tan cerca… Poco a poco el hielo va cercando el barco. El Endurance es un rompehielos de especial resistencia. Sin embargo, no puede hacer nada frente a las placas que se van formando a su alrededor. En enero, el barco se encuentra completamente inmóvil, a 160 km. de la Antártida.



Rodeados por el mar de hielo, a partir de este momento la aventura inicial se transforma en una lucha por la supervivencia. No hay manera de salir de ahí. El barco está totalmente encallado y, lo que es peor, comienza a sufrir la presión de las placas de hielo. Poco a poco esta presión hace que el Endurance empiece a escollar y, lo que es peor, a ser aplastado por el peso del hielo. Ante el riesgo que supone permanecer dentro, los 28 hombres que componen la tripulación deciden sacar el material científico, las provisiones y los perros que les acompañan para realizar la travesía y montar un campamento en las cercanías. Durante meses, resisten condiciones de -20ºC, siendo azotados por vientos de hasta 130km./h. y con el miedo constante de que se abra una grieta bajo sus pies y los arrastre.



Diez meses después y ante la imposibilidad de salir de ahí, Shackleton decide partir en busca de ayuda. El grupo entero se desplaza, arrastrando los botes que han rescatado del barco hasta la isla Elefante, desde donde junto a otros cinco hombres saldrá en busca de apoyo. El resto del equipo les esperará durante 14 meses en la isla. En su despedida Shackleton se mantiene firme: volverá a buscarles y les sacará de ahí, pero ellos deben hacer lo posible por sobrevivir y permanecer unidos. Al mismo tiempo delega en Hurley la misión de mantener la moral del equipo alta.

El pequeño grupo parte con una chalupa en dirección a Georgia del Sur. La travesía por mar y la posterior marcha atravesando la cordillera son de lo más arriesgado. Tanto es así, que Shackleton relata en sus memorias el delirio que experimentó según el cuál durante este trayecto creyó que una figura fantasmagórica les acompañaba.

El gobierno argentino bloqueó hasta tres intentos de rescate debido a las condiciones climatológicas. Al final, consiguieron que Chile les facilitara un barco ballenero. En agosto de 1916, 14 meses después, lograron regresar a la isla Elefante, donde los 22 miembros seguían esperándoles.



Fue sin duda una expedición fallida. Sin embargo, ha pasado a la historia por ser un ejemplo de la valentía de estos hombres que supieron permanecer unidos en la adversidad, en condiciones durísimas y, especialmente, de la importancia de saber mantener el optimismo.

Shackleton murió en 1922, embarcado en un nuevo sueño: alcanzar en Polo Norte antes que Amudsen. Un fallo cardíaco le impidió conseguirlo.

El Transiberiano

domingo, 18 de abril de 2010 18.4.10 Publicado por Raquel Navarro 3 comentarios

Lo tengo claro. Si me preguntan cuál es el viaje de mi vida, no tengo duda. Cruzar la estepa siberiana a bordo del Transiberiano en pleno invierno. ¿Por qué? Lo cierto es que no tengo ni idea. Pero el sueño de hacer ese viaje me ha acompañado toda la vida. Seguro que leer a novelistas rusos tiene mucho que ver. Y aquí no hablo de Tolstoi, Gorki (imprescindible leer “La madre”), Dostoyevski o Chéjov, a los que me aficioné años más tarde. Fue “El don apacible”, obra escrita por Mijail Sholokhov, esa saga de cosacos que no sé ni cómo llegó a la estantería de mi casa, la que me descubrió Rusia.
Si la habéis leído y recordáis su argumento os preguntaréis qué tiene que ver con el tren. Tengo que encogerme de hombros, porque en realidad el trayecto del Transiberiano no se cruza con la zona del río Don, donde se desarrolla esta novela. ¡Quién sabe! Recuerdos de la adolescencia unidos por el subconsciente.
Moscú-Vladivostok: 9288 km.
El Transiberiano no es un tren. En realidad es una red ferroviaria que conecta la Rusia occidental con la oriental. Constituye la línea ferroviaria más larga del mundo. Su construcción comenzó en 1891 en un intento de facilitar las comunicaciones entre la Rusia “europea” y el cada vez más próspero puerto de Vladivostok. La mano de obra corrió a cargo de soldados y convictos de la isla de Sajalín.
Desde que se inaugurara en 1904, no ha dejado de prestar sus servicios, independientemente de la situación meteorológica.


En siete días de viaje, la línea principal atraviesa varios de los ríos más grandes del mundo, el lago Baikal, 87 ciudades, 8 husos horarios y alrededor de 400 estaciones de tren.
La red del Transiberiano confluye con otras dos: la del Transmongoliano (que en Ulan-Ude parte hacia Pekín, vía Ulan Bator) y la del Transmanchuriano (que conecta Társkava con China).

¿Cuál será el mejor momento del año para hacer este recorrido? Debo de estar loca, pero yo iría en pleno invierno. El tren ya no es el del siglo pasado, en el que los viajeros debían ir forrados para soportar las temperaturas de hasta -30ºC (en el exterior). Ahora está equipado con calefacción y aire acondicionado. Pero la imagen de la estepa blanca o del lago Baikal helado, leyendo al calor del samovar del vagón tiene que ser fascinante.

Siete días, un visado, entre $400-$700 (según la clase en la que queramos viajar) y ropa de abrigo. ¿Alguien se apunta?

El viaje mas largo comienza con el primer paso

martes, 13 de abril de 2010 13.4.10 Publicado por Raquel Navarro 0 comentarios
"Yo no viajo para ir a alguna parte, sino por ir. Por el hecho de viajar. La cuestión es moverse.", R. L. Stevenson.

"Como todos los grandes viajeros, yo he visto más cosas de las que recuerdo, y recuerdo más cosas de las que he visto.", Benjamin Disraeli.
"Mis viajes más bellos, los más dulces, los he hecho al calor del hogar, con los pies en la ceniza caliente y los codos reposando en los brazos desgastados del sillón de mi abuela [...]. ¿Por qué viajar si no se está obligado a ello? [...]. Es que no se trata tanto de viajar como de partir; ¿quién de nosotros no tiene algún dolor que distraer o algún yugo que sacudir?", George Sand.

¿A quién no le gusta viajar? Ya sea por partir, por tener algo que contar y que recordar o por escuchar la historia en boca de otros, viajar es más que una afición. Aunque se haga desde casa, como decía George Sand. Una foto, una imagen, la aventura de aquel cuento infantil que siempre quisimos realizar o la simple compra de unos billetes son la chispa que necesitamos para empezar a soñar con todo lo que podemos tener ante nuestros ojos.

Por eso, espero que disfrutes de este blog en el que intentaremos soñar y hacer realidad nuestros sueños más viajeros. Relatos, experiencias, consejos, libros de viajes, otras culturas… todo tendrá cabida en esta maleta.


Demos pues el primer paso y que comience nuestro viaje!