Le Cinque Terre



Pegada al mar de Liguria (costa genovesa) se esconde una zona de gran belleza, orgullo de los italianos y casi desconocida para los turistas extranjeros: el Parque de las Cinco Tierras.
Cinco pueblos costeros tradicionalmente conectados por mar o por unos senderos tortuosos que discurren entre campos y acantilados. Imagínalo, por un lado, una cadena montañosa paralela al mar, que frena la llegada de los vientos fríos; por el otro, 18 kilómetros de costa rocosa, llena de bahías y playas de piedra. Y en medio, el campo diseñado en terrazas en las que los campesinos locales cultivan vino, aceite y limones.

Es una zona turística por excelencia que, en los meses de verano, se ve invadida por familias de italianos que escogen este lugar por su belleza y tranquilidad.






La Spezia es el punto de inicio de este viaje. Hasta aquí se puede llegar con facilidad bien en tren, o bien por carretera desde ciudades como Génova o Pisa. Y desde este punto podemos escoger entre varios métodos de transporte para hacer el recorrido. En primavera y verano funcionan barcos que recorren la costa y paran en cada uno de los pueblos. Fuera de esta época, es posible desplazarse mediante trenes, en coche o ¡recorriendo a pie los senderos que unen cada una de estas cinco maravillas!

Comencemos:

Riomaggiore



Partiendo desde La Spezia es la primera localidad del Parque Nacional de las Cinco Tierras.  Las primeras noticias que se tienen de esta localidad datan del siglo XIII, cuando los habitantes deciden bajar sus asentamientos desde las laderas de la montaña hasta el mar. Riomaggiore posee monumentos de interés como la iglesia de San Juan Bautista (s. XIV), el Oratorio de Santa María Asunción (donde se conserva un tríptico del s. XV) y el castillo, que domina el centro de la población. Aquí nace uno de los senderos más transitados, la "Vía del amor", que une Riomaggiore con Manarola.

Manarola


 

Está considerada un tesoro urbanístico, llena de las típicas casas-torres de estilo genovés. Fundada en el s. XII, los primeros testimonios hablan de su valiente resistencia a los ataques de los piratas. El monumento principal es la iglesia de San Lorenzo, contruida por los habitantes de Manarola y de Volastra, en la que destaca la fachada embellecida con un rosetón de doce columnas.

Corniglia



Corniglia es la única localidad de las "Cinque Terre" que no tiene contacto directo con el mar, sino que se levanta sobre un promontorio rocoso a 100 metros de altura. Sus casas, bajas y anchas, son más parecidas a las del interior. Destaca la iglesia de San Pedro, de estilo gótico-genovés, y el Oratorio de los disciplinados, desde donde se puede disfrutar de una impresionante vista sobre el mar.
Para acceder desde el mar hasta el pueblo es necesario subir la "Lardarina", una escalera de ladrillo formada por 33 rampas de 33 escalones cada una. Si no, se puede optar por el camino bastante más accesible que parte de la estación del tren.


Vernazza



La localidad que mejor ha conservado el aspecto de burgo, gracias a su cómodo y seguro puerto. El único puerto natural de las Cinco Tierras. El nivel económico y social que alcanzó en el medievo queda atestiguado por los elementos arquitectónicos que salpican Vernazza, puertas, iglesias, logias, el castillo, la torre defensiva, etc. Las casas, separadas, no agolpadas como en las otras localidades, discurren por una única calle central y, perpendicularmente, por empinadas escalinatas.

 Monterosso al mare




Monterosso es la localidad más grande del Parque. Está compuesto por dos barrios, a los que separa la colina de san Cristóforo. A un lado el centro históricomedieval y al otro Fegina, el barrio residencial que se extiende hasta la playa, la más amplia de todo el conjunto de las Cinco Tierras.
Como monumentos cabe destacar los restos del Palacio del Podestà,  el castillo de los Fieschi, el monasterio de San Francisco (que contiene obras atribuidas a Van Dick y Cambiaso, entre otros) y el Gigante, una imponente estatua de cemento armado que soportaba, en su origen, una terraza con forma de concha.




 Si te han quedado ganas de conocer esta zona, recuerda que siempre tienes la opción de hacerlo a pie. Existen numersos senderos que recorren las Cinco Tierras, bordeando el mar, uniendo cada una de las localidades o atravesando el interior. Éstos son los más recomendados:

- La "Via dell´Amore". Es el más conocido y apreciado, tanto por su escasa dificultad como por su belleza. Une Riomaggiore con Manarola, bordeando el mar y atravesando parajes de gran belleza mediterránea.



- El sendero azul. Su primer tramo coincide con la Via dell´Amore.Existe desde la Edad Media, cuando era la única vía de comunicación entre los habitantes de la costa. De él parten numerosas rutas a través de pequeños centros, santuarios, murallas, etc. Aunque se puede hacer en un sólo día, se recomienda fraccionarlo en diversas etapas:

Riomaggiore - Manarola (la via dell´amore): 30 min
Manarola - Corniglia: 1 h
Corniglia - Vernazza: 1 h 30 min
Vernazza - Monterosso: 1h 30 min


- La via de los santuarios. Recorrido histórico que une a través de empinados caminos cada uno de los centros de culto de las cinco localidades. Atraviesa terrenos, huertos, pequeños centros habitados, algunos otros abandonados y que ofrece un panorama diferente de la Liguria.

- Sendero de la cresta. Antiguo camino que se desarrolla a lo largo de la vertiente que separa el interior del litoral. Parte de Levanto y termina en Portovenere. 40 kilómetros alcanzando alturas de 800 metros y desniveles de 1.300 metros. Es el más difícil de los mencionados. Se ha estimado que se necesitan 10 horas para recorrerlo, por lo que se aconseja dividirlo en varias etapas.











 










PARQUE EL CAPRICHO

 Para viajar no hace falta irse lejos. No es necesario llevar maleta pesada, ni comprar billete. A veces los lugares más bonitos se encuentran tan cerca que los ignoramos por cotidianos, y, en muchas ocasiones, por mero desconocimiento.

Este es el caso del Parque del Capricho. El único referente de jardín romántico que queda en Madrid y que, sin embargo, es desconocido por una gran parte de la población.

El jardín fue fundado por la Duquesa de Osuna en 1784, con la intención de crear un retiro cercano a Madrid y donde dar rienda suelta a sus intereses artísticos, más próximos a la corte de María Antonieta que al oscuro estilo español. Jardineros franceses e ingleses fueron llamados para participar en su diseño; los muros del palacio albergaban cuadros de Francisco de Goya y la crema de la sociedad codiciaba ser invitada a las fiestas de la duquesa.




El agua es un elemento fundamental del parque. La duquesa pidió que se construyeran estanques unidos entre sí con el canal que recorre el jardín hasta alcanzar el salón de baile, donde reunía a las personalidades más famosas de la época.


A lo largo de sus 14 hectáreas se suceden plantas, árboles y flores. El parterre francés, compuesto por arbustos; el jardín italiano, en el que se mezclan setos y árboles para guarecerse del sol en verano; y, predominando en su diseño, el inglés, con sus caminos para adentrarse y perderse por los distintos rincones de la finca.



Como lugar de recreo, en El capricho no falta una zona para los niños. Un pequeño fortín, con sus fosos y cañones. Para los mayores, la duquesa ideó un laberinto de laurel, así como diversas construcciones: la casa de la vieja (imitando los hogares de labranza), la casa de las cañas (pequeño embarcadero) o el Casino de baile.


La duquesa de Osuna no llegó a ver el proyecto terminado. Tras su muerte, el Parque pasó a manos de sus herederos, quienes, arruinados por el juego y la vida licenciosa, terminaron vendiéndolo.
Durante la Guerra Civil se convirtió en sede del Estado Mayor del Ejército del centro. De hecho, el labertinto fue devastado al convertirse en una pista de aterrizaje forzosa. El actual es una copia del diseño original.
Finalmente, el Ayuntamiento de Madrid lo compró en 1974. Unos años más tarde se le declaró Bien de Interés Cultural y comenzó su remodelación.

Situado en la Alameda de Osuna, próximo al parque Juan Carlos I, abre sus puertas únicamente sábados, domingos y festivos.
Quizá sea éste un motivo por el cuál hemos tardado tanto en visitarlo.  Si tú aún no lo has hecho, ahora ya no tienes excusa. ¡Disfrútalo!

AGATHA CHRISTIE, ARQUEÓLOGA

jueves, 26 de agosto de 2010 26.8.10 Publicado por Raquel Navarro 0 comentarios
"Cásate con un arqueólogo. Cuanto más vieja te hagas, más encantadora te encontrará".

Y sabía lo que decía. Agatha Christie (1890-1976) es conocida por sus novelas policíacas. Sin embargo, la fascinación que encontró por Oriente Medio está menos difundida.

1926 es un año clave en su vida. La muerte de su madre y la confesión de su marido de que pensaba abandonarla por otra mujer le sumieron en una profunda depresión. En este momento se produce uno de los acontecimientos más enigmáticos de su vida. Una tarde de diciembre Agatha desapareció. Su coche apareció abandonado, sin rastro alguno de ella. Cuando ya todos la creían muerta, Agatha apareció en un hotel balneario con muestras de amnesia. Ella misma publicó un anuncio en la prensa local esperando que alguien la reconociera. Pero utilizó otro apellido, curiosamente el de la amante de su marido, y nadie pudo reconocerla. Por fortuna, unos días después fue encontrada por su familia.
El hecho fue tan desconcertante que los rumores no tardaron en extenderse: se dijo que había sido una maniobra para publicitar su último libro, la manera de hacer pública la infidelidad de su marido, una crisis nerviosa... Tras este suceso, Agatha y Archibald Christie se divorciaron.

Meses después llegó la invitación que cambiaría su vida y la uniría a Siria para siempre. El
arqueólogo Leonard Woolley y su familia le invitan a visitar las excavaciones en las que están trabajando en Ur (Irak).
En aquella época que una mujer viajara sola desde Londres hasta Bagdad tuvo que ser toda una aventura, no exenta de peligros. Primero, llegar hasta París, después tomar el famoso Orient Express para alcanzar Estambul y desde ahí el Taurus Express, que conectaba Turquía con Alepo, Damasco y Beirut.


“Me enamoré de Ur , de su belleza al atardecer , con los zigurats que se elevan ligeramente ocultos por las sombras y aquel ancho mar de arena con los colores pálidos, maravillosos, amarillo melocotón, rosa, azul, malva, cambiando a cada minuto.”


En una de esas excavaciones conoció al arqueológo Max Mallowan, 15 años más joven que ella, y quien se convertiría en su segundo marido. Desde entonces, Agatha vivió entre Inglaterra y Oriente Medio. Acompañó a su marido durante cuatro campañas, involucrándose como un miembro más del equipo. Lo mismo hacía las veces de restauradora, fotógrafa, limpiadora de las piezas halladas, que de cocinera y enfermera ocasional.

En el año 1946 y, según sus propias palabras, en respuesta a las numerosas preguntas que sus familiares y amigos le hacían en torno a su vida en Irak, decidió publicar el libro "Ven y dime cómo vives".
Éste no fue el único. En pleno apogeo de su vida como escritora, Agatha Christie utilizó sus viajes por Oriente como material para publicar
“Asesinato en Mesopotamia”, “Muerte en el Nilo” y “Cita con la Muerte”.

Murió en enero de 1976, dejando tras de sí una extensa obra literaria que incluye sus famosas novelas policíacas, piezas teatrales, novelas románticas y una autobriografía que tardó 15 años en escribir y que se publicó un año después de su muerte.


CASA BATLLÓ O ¿CUÁNTO PAGARÍAS POR ENTRAR A UN MUSEO?

domingo, 22 de agosto de 2010 22.8.10 Publicado por Raquel Navarro 0 comentarios
Seguro que a todos nos pasa que nos planteamos si entrar a ver un museo o un lugar turístico según el precio de la entrada. Por algunos lugares pagaremos sin mirar el coste, pero por otros seguro que nos lo pensamos y mucho. Pero ¿cuál es el precio justo? ¿Cuándo empieza a resultar caro? Como todo, depende.
Sin embargo, estas últimas semanas me vuelvo a reafirmar en la idea de que en cuanto cruzamos la frontera, los precios de las entradas se encarecen... y de qué manera. Por poner un ejemplo: la Galería Uffizi de Florencia: 15€; el Museo Van Gogh: 14€; Palacio Ducal de Venecia: 16€; frente a los 7€ del museo del Prado y los 8€ del Thyssen. Y me pregunto, ¿será porque en España lo vemos todo caro, porque no valoramos lo que tenemos, porque es la única manera de animar al público o porque en otros países abusan del tirón turístico para poner un importe desorbitado?

Todo esto viene a que hace unos días estuve en Barcelona y cuando quise entrar a la casa Batlló el letrero decía "17 euros". Al principio me pareció no caro, carísimo. Te planteas si entrar o no, si hacer la enorme cola para comprar la entrada, cuánto durará la visita, qué salas están abiertas al público... Vamos, si merece la pena pagar 17 euros por ver el edificio.

La respuesta es SÍ, merece la pena.
Al final, la cola va rápida y la espera no es tanto como parece. Una vez dentro no dejas de quedarte boquiabierto ante cada rincón. Desde la escalera de acceso, una serpiente de madera que te acompaña sinuosamente a la planta principal. El salón, con su chimenea en forma de seta (y dos bancos al lado, uno para la pareja de enamorados y otro, para la carabina que miraba por la decencia y el buen comportamiento del caballero), las paredes de arenisca curvilíneas dibujando trazos de la naturaleza, el trabajo de marquetería y las vidrieras emplomadas polícromas.




Si ascendemos hacia la azotea podemos maravillarnos ante el estudio de ergonomía que ya realizó Antoni Gaudí en 1904. La barandilla, al igual que el mobiliario que diseñó para la casa, se adapta perfectamente a la mano para que el esfuerzo no impida disfrutar de la cerámica. El color de las baldosas juega con los tonos grises y azules según la incidencia del sol. A más sol, tonos oscuros; en los pisos bajos, tonos claros, casi blancos. Lo mismo sucede con las ventanas: pequeñas ventanas en los pisos altos, amplios ventanales, en los bajos.


Y por fin, la azotea. Un dragón de cerámica multicolor espera al visitante para terminar de deslumbrarle.






La casa Batlló es una casa construída en 1875. En 1904 Gaudí recibe el encargo de José Batlló Casanovas de reformar el edificio. El empresario le dio libertad absoluta para su obra. Con su genio e imaginación, Gaudí consiguió convertir una típica casa barcelonesa en el símbolo del modernismo español.



ROCAMADOUR

domingo, 8 de agosto de 2010 8.8.10 Publicado por Raquel Navarro 1 comentarios
Sigo con las peregrinaciones. No es que me haya dado por ir con la mochila al hombro, desgantando las botas y expiando culpas, sino que esta vez voy a dedicar el tema al lugar que da origen al nombre de la calle de mi infancia: Rocamador.

Para mí fue una sorpresa descubrir que la dirección que he rellenado tantas veces a lo largo de mi vida corresponde a una localidad francesa, más todavía al saber que forma parte de los Grandes Sitios de Francia y más si cabe por ser la segunda población más visitada de Francia.

El Rocamador (Rocamadour) original se encuentra concretamente en el departamento de Lot, región de Midi-Pyrénées y se compara con un Carcasonne en miniatura.




Lo más emblemático de Rocamadour es su emplazamiento. Alzado sobre una roca, domina el cañon que el río Alzou ha excavado durante milenios. Como dice una canción infantil local, las casas están sobre la roca, la iglesia sobre las casas, la roca sobre la iglesia y el castillo sobre la iglesia. Y es cierto, porque en este lugar la arquitectura se levanta en la pared de un acantilado, apoyándose en la piedra calcárea y elevándose hacia el cielo, hasta alcanzar cotas de 120 metros de altura.




En el origen de este enclave se encuentra Amador. Para unos un sencillo ermitaño, para otros Zaqueo de Jericó (seguidor de Cristo), que al alcanzar estas tierras cambió de nombre, quien fundó un pequeño oratorio al que llamó Roca de Amador. En el siglo XII, el cuerpo de este santo apareció incorrupto, lo que propició la llegada masiva de peregrinos para venerar sus reliquias y la transformación de Rocamadour en un punto de peregrinación, a la vez que lugar de paso para los peregrinos del Camino de Santiago que provenían de Europa del Este.


El pueblo es una única calle, salpicada por edificios y restos de fortificaciones del siglo XIII, que conduce a la ciudad religiosa, compuesta por siete capillas. La última etapa de la peregrinación consiste en subir los 216 peldaños que llevan a la iglesia de Notre Damme. En ella se encuentra la Virgen Negra, conocida así por el color de su rostro, negro por el humo de los cirios. En su interior podemos encontrar también numerosas ofrendas, como cadenas de presos liberados, restos de barcos que se salvaron de naufragios, etc.






Cuenta la leyenda que la campana de esta iglesia sonaba cada vez que un marinero en apuros solicitaba el auxilio de la Virgen. Anecdótica es también la espada clavada en la pared de la entrada del santuario. Se dice que es Durandal, la espada con la que Roldán luchó en Roncesvalles y que lanzó a la roca para evitar que cayera en manos enemigas. Cómo llegó desde Roncesvalles hasta este punto es parte del milagro...




El paso del tiempo, las guerras, los incendios y saqueos hicieron sucumbir Rocamadour. El culto a la Virgen de Rocamador se extendió gracias al Camino de Santiago. Pueden encontrarse capillas en Sangüesa, Estella, Astorga, Finisterre, e incluso en Quebec.



No fue hasta el siglo XIX cuando se decidió su restauración y volvió a resurgir de las ruinas. Actualmente, gracias a peregrinos y turistas la zona goza de una sorprendente revitalización. Incluso la gastronomía local se ha visto beneficiada. Desde los años noventa se comercializa un queso de cabra con denominación de origen, el queso "Rocamadour".

Además de este impresionante conjunto, en los alrededores se pueden visitar las Grutas de las Maravillas y las de Lacave, el Precipicio de Padirac, la Selva de los monos o poblaciones como Bergerac, Loubressac o Sarlat.