Miradas sobre Japón (I)

domingo, 9 de octubre de 2011 9.10.11 Publicado por Raquel Navarro
Unos días antes de viajar a Japón un loco me advirtió que cuando volviese no sería la misma persona, que el viaje iba a cambiar mi perspectiva sobre muchas cosas. 
Como el muchacho estaba un poco "flipao" no le hice mucho caso, pero esa frase quedó en mí. Y es gracioso, pero debo reconocer que tenía razón. Al regresar de Japón he notado que han cambiado muchas ideas que tenía, del país y de nosotros, los españoles, en particular.
Conceptos como organización, respeto o amabilidad han cobrado un nuevo sentido.
Lo que más llama la atención, y no me canso de repetirlo, es la amabilidad y educación del pueblo japonés. Es cierto que son fríos, que el contacto físico (y en algunos casos, visual) entre ellos es nulo; que el respeto que mantienen por las tradiciones es casi inconcebible viendo su estilo de vida actual, y sin embargo son tan amables y serviciales que resulta chocante, incluso para nosotros los latinos.
A pesar de que la gran mayoría no habla inglés (ni siquiera en las grandes ciudades), hacen lo imposible por entenderte, atenderte y ayudarte. ¡Incluso aun cuando no has pedido ayuda! En cuanto ven a alguien mirando un mapa, alguien (repito, aun sin saber inglés) se acerca para intentar echar un mano. Y no me digas cómo, a pesar de las diferencias lingüísticas, te acabas entendiendo. Sin duda, eso ha sido lo mejor de este viaje.  
No importa que estés en la otra parte del mundo, en un país en el que no sabes su idioma y la mayor parte de ellos no habla inglés, con una cultura totalmente diferente; a pesar de todo ello, es tan fácil y agradable moverse por el país, que parece mentira.

El concepto de organización es otro de los que adquieren otra dimensión tras conocer Japón. Todo está tan organizado que en cuanto te haces a ello resulta muy sencillo moverse. En las estaciones de metro y tren numerosos carteles te indican las direcciones. En los andenes, pinturas en el suelo marcan el lugar en el que va  a estar cada puerta del tren, de modo que no hay duda para saber de antemano dónde para cada vagón.
En el metro, el precio del billete corresponde a la distancia que recorres. Un mapa encima de las máquinas expendedoras te indica el importe, compras el billete y al salir de la estación, si te has equivocado de cantidad (ten en cuenta que en Tokio hay dos compañías de metro y en algunas estaciones se cruzan sus líneas) tienes otra máquina que te calcula la diferencia que debes pagar. Por supuesto, tienes que guardar el ticket para salir del metro.
Algo parecido sucede en los autobuses de Kioto. Accedes por la puerta trasera y ahí mismo hay una máquina para pagar el billete y a su lado, una máquina que da cambios, para poder pagar el importe exacto. Está todo pensado. Increíble.
En los restauranes, las cartas vienen acompañadas de fotografías de cada uno de los platos, por lo que también es muy sencillo pedir. Si no es el caso (lo cual es muy raro), en la entrada tienen una vitrina con réplicas en plástico que también puedes señalar. Hay locales en los que en lugar de hacer el pedido al camarero lo realizas en una máquina (parecida a las de tabaco) donde eliges los platos pulsando en su imagen, pagas y el camarero sólo recoge el ticket para ver los platos y pedirlos en cocina. No es necesario ni hablar. 
En los templos tienen preparadas bolsas para que lleves tu calzado y máquinas para que envuelvas el paraguas en plástico y no mojes el suelo... En fin, mil anécdotas de las que deberíamos aprender.

Si hablamos de limpieza, qué decir. Suelos impecables, ni papeles, ni hojas, ni colillas; ni en la calle, ni en las tiendas, ni en las estaciones, ni en ningún sitio. Es curioso, porque apenas encuentras papeleras por la calle. Para empezar porque los japoneses apenas comen por la calle (sólo helados), como mucho beben, ya que hay máquinas de refrescos por todas partes. Y ahí es donde están las papeleras.

La seguridad es también sorprendente. Japón debe ser el país más seguro del mundo. Al menos en lo que a hurtos se refiere. En su mentalidad el robo es algo inadmisible e impensable. Para ellos algo como llegar a una cafetería, dejar la chaqueta, el bolso y el portátil (!!!) en una mesa e ir a pedir, despreocupándose de lo que han dejado atrás, es lo más normal. ¿Miedo a que te roben en el metro en hora punta? Ninguno. La sensación de seguridad es total. Por desgracia, por este motivo cuando vienen a occidente son el objetivo principal de los rateros. Son tan confiados, que no comprenden el robo. Además, en Japón lo habitual es usar dinero en efectivo. Las comisiones de los bancos al usar las tarjetas son elevadas, por lo que apenas las utilizan en comercios. Es por eso que, al salir de Japón llegan con bastante dinero en efectivo, y eso sumado a su confianza, les convierte en dianas fáciles.
Otras cosas más que llaman la atención: la facilidad que tienen para dormirse en cualquier sitio y a cualquier hora (algo normal dado que trabajan entre 40-70 horas semanales). Eso sí, al ser parte de su cultura, se ve como algo normal, ni se le mira mal a esa persona, ni se le juzga. (No como aquí.)

Otro asunto es la edad de jubilación de los japoneses. Aunque hace unos años pasaron de jubilarse de los 60 años a los 65, en realidad se jubilan más tarde. Pero sobre todo lo que me causa sorpresa (para bien) es que no esconden a sus mayores. Quiero decir, es normal ver a mayores de 60 en recepciones de templos y en puestos de información, como jardineros, repartidores, etc., labores que aquí, en general, sólo vemos realizar a gente joven. Y, por cierto, hay que ver qué agilidad tienen estos mayores.

 Por último, la fiebre por las compras y el juego (y la música estridente que las acompaña y te destroza oídos y neuronas). Comprar es el deporte nacional. Todas las tiendas están llenas de gente y todo el mundo va cargando bolsas. Lo mismo sucede con los locales de juegos. Llenos, abarrotados a todas horas. El pachinko es el juego principal. Es una especie de tragaperras, en el que compras unas fichas (unas bolitas de acero), las introduces en la máquina y esperas a que caigan. Según donde lo hagan, te llevas premio o no. Los jóvenes prefieren los videojuegos y tienen verdaderos templos para poder jugar horas y horas.

Japón sorprende.
Gasolinera 
Y aún queda mucho por contar...

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