La Tierra es un lugar asombroso. Millones de años transformándose, viendo nacer y desaparecer especies, acercando tierras, cubriéndolas de hielo... y qué pocas veces nos paramos a mirarla. Siempre pensando que la presencia del hombre lo eclipsa todo.
Y, sin embargo, hay momentos en que la Tierra misma nos pone en nuestro sitio, recordándonos que no somos sino una mota de polvo en sus 4.000 millones de años de historia. Uno de esos lugares es Zumaia y, en concreto, los ocho kilómetros de costa entre esta localidad y su vecina Deba. 8 km de testimonio real de las transformaciones que ha sufrido la Tierra desde el Cretácico (hace 100 millones de años) hasta nuestros días.
A lo largo de la franja costera los acantilados se adentran en el mar formando lo que se denomina rasa mareal, o flysch. Formada por sedimentos de areniscas, calizas y arcillas, la roca avanza hasta 300 metros dentro de las aguas. Todo un espectáculo de la Naturaleza.
El Flysch, un libro abierto
Hace 100 millones de años lo que ahora es Zumaia se encontraba sumergida a 1000 metros bajo el mar. En sus profundidades los sedimentos se iban depositando, formándose distintos tipos de estratos que recogen la información del nivel del mar y su temperatura. De ahí su aspecto a modo de capas de roca. Cada capa es como el capítulo de un libro que nos cuenta la historia de las distintas etapas geológicas.
Estas capas se formaron durante 40 millones de años y entonces, en el momento en el que las placas tectónicas de Iberia y Europa chocan, provocando la aparición de los Pirineos, salen a la luz.
El Flysch de Zumaia es uno de los registros rocosos más espectaculares del mundo. Además es testigo de momentos tan importantes como el límite entre el Cretácico y el Terciario (reflejado en la capa de iridio que se puede observar), momento en el que se calcula que un meteorito chocó contra la Tierra y provocó la desaparición de los dinosaurios; así como del último gran calentamiento terrestre que marca el límite entre el Paleoceno y el Eoceno.
Rutas
Para apreciar esta maravilla podemos hacerlo tanto por tierra como por mar. En ambos casos, debemos esperar la hora de marea baja para poder observarla en su totalidad.
A pie podemos acercarnos a las playas de Itzurun y Sakoneta. Si tenemos más tiempo (y ganas), exite una ruta de 14 km (GR 121) que une Zumaia y Deba, y que nos acerca a los acantilados y playas, pero también nos invita a conocer los caseríos y ermitas locales.
Por mar, encontramos varias ofertas para conocer la zona en barco y descubrir otra perspectiva de la franja costera. Rutas de una hora en barco (alrededor de 15 €) , o combinaciones de barco + senderismo + visita al Centro de interpretación Nautilus (de 13 a 25 €), a gusto de cada uno.
Un día en Zumaia
Ya que estamos aquí no puedo dejar de recomendar perderse durante un tiempo por esta localidad. Pasear por sus calles, seguir el curso de los ríos Urola y Narrondo y disfrutar de la bahía que crean al desembocar ambos en el Cantábrico, adentrarse en el Museo Zuloaga o disfrutar de la gastronomía vasca. No lo lamentarás.
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