“Para un proyecto conjunto de corte científico y geográfico, dadme a Scott. Para una carrera al Polo Norte y nada más, Amundsen. Y si estoy en un maldito agujero y quiero salir de él, dadme a Shackleton.”
Ernest Shackleton fue uno de los exploradores más tenaces y entusiastas del siglo pasado. Su historia es la de un hombre obsesionado con la aventura. Y el Polo Sur, la materialización de esa obsesión. Además de por sus méritos como navegante, es recordado como ejemplo de liderazgo en condiciones extremas.
El siglo XX se despierta con la obsesión de conquistar los dos polos. Las sociedades geográficas, exploradores y científicos luchan por ser los primeros en revelar las incógnitas que entrañan estas tierras.
En 1901, Ernest Shackleton acompaña al capitán Scott en su viaje a
Con
El 9 de agosto el Endurance parte hacia Argentina, desde donde se dirigirá hacia Georgia del Sur, y de ahí hasta el mar de Weddell: punto de partida de la misión.
Shackleton es un aventurero nato. Para él no hay más fin en este proyecto que verse recompensado con el éxito. Sin embargo, para conseguir financiación ha tenido que enrolar a varios científicos y al fotógrafo Frank Hurley, gracias al cual se conserva un registro fotográfico de su epopeya.
Los balleneros de la zona se lo han advertido. Este año los hielos están creciendo más y más rápido que los años anteriores. Su proyecto es una locura que debería replantearse. Pero están tan cerca… Poco a poco el hielo va cercando el barco. El Endurance es un rompehielos de especial resistencia. Sin embargo, no puede hacer nada frente a las placas que se van formando a su alrededor. En enero, el barco se encuentra completamente inmóvil, a
Rodeados por el mar de hielo, a partir de este momento la aventura inicial se transforma en una lucha por la supervivencia. No hay manera de salir de ahí. El barco está totalmente encallado y, lo que es peor, comienza a sufrir la presión de las placas de hielo. Poco a poco esta presión hace que el Endurance empiece a escollar y, lo que es peor, a ser aplastado por el peso del hielo. Ante el riesgo que supone permanecer dentro, los 28 hombres que componen la tripulación deciden sacar el material científico, las provisiones y los perros que les acompañan para realizar la travesía y montar un campamento en las cercanías. Durante meses, resisten condiciones de
Diez meses después y ante la imposibilidad de salir de ahí, Shackleton decide partir en busca de ayuda. El grupo entero se desplaza, arrastrando los botes que han rescatado del barco hasta la isla Elefante, desde donde junto a otros cinco hombres saldrá en busca de apoyo. El resto del equipo les esperará durante 14 meses en la isla. En su despedida Shackleton se mantiene firme: volverá a buscarles y les sacará de ahí, pero ellos deben hacer lo posible por sobrevivir y permanecer unidos. Al mismo tiempo delega en Hurley la misión de mantener la moral del equipo alta.
El pequeño grupo parte con una chalupa en dirección a Georgia del Sur. La travesía por mar y la posterior marcha atravesando la cordillera son de lo más arriesgado. Tanto es así, que Shackleton relata en sus memorias el delirio que experimentó según el cuál durante este trayecto creyó que una figura fantasmagórica les acompañaba.
El gobierno argentino bloqueó hasta tres intentos de rescate debido a las condiciones climatológicas. Al final, consiguieron que Chile les facilitara un barco ballenero. En agosto de 1916, 14 meses después, lograron regresar a la isla Elefante, donde los 22 miembros seguían esperándoles.
Fue sin duda una expedición fallida. Sin embargo, ha pasado a la historia por ser un ejemplo de la valentía de estos hombres que supieron permanecer unidos en la adversidad, en condiciones durísimas y, especialmente, de la importancia de saber mantener el optimismo.
Shackleton murió en 1922, embarcado en un nuevo sueño: alcanzar en Polo Norte antes que Amudsen. Un fallo cardíaco le impidió conseguirlo.