Llegué a Beaune por casualidad. No sabía nada de su existencia, pero quería hacer una escapada a Dijon y al comentarlo me llevé la sorpresa de que varias personas me dijeron que no era una ciudad en la que mereciese la pena pasar un día entero.
Es cierto que la mayor parte de las ciudades francesas son pequeñas, al menos los centros históricos, pero me parecía extraño ese comentario. ¿Cómo no iba a ser interesante Dijon?
Seguí preguntando y alguien me recomendó que visitara el mismo día Beaune, una ciudad pequeñita, a medio camino entre Lyon y Dijon. No me dijo más, sólo que era muy bonita.
Decidí parar primero en Beaune, hacer una visita rápida y dejar más tiempo para mi visita a Dijon. Sin embargo, me sorprendió tanto esta ciudad que me demoré más tiempo del que pensaba. Y menos mal que lo hice.
Beaune se encuentra a 40 km de Dijon, rodeada de campos y vides. Antaño capital de la región de Borgoña, hoy centro del comercio vinícola de la zona.
En el siglo XIV, era una ciudad rica gracias al comercio de vino, por lo que hubo que defenderla con murallas y bastiones. Basta un paseo por la ciudad para admirar el estado en el que aún se conserva la muralla medieval.
Su casco histórico es pequeño. Caminando por él nos daremos cuenta de que todo en Beaune respira a vino (metafóricamente hablando, claro, no os creáis que os vais a embriagar sólo por pasear...). El teatro del vino es el primer acercamiento que tiene el visitante. Muy cerca de él, la oficina de Turismo, antiguo palacio ducal. Bodegas de vino, tiendas especializadas, rutas por los viñedos... todo tiene que ver con el vino en Beaune.
En el siglo XV, con la guerra de los cien años desarrollándose, los ciudadanos de esta localidad sufren hambre y miseria. Nicolás Rolin, canciller del duque, decide crear un hospital para los pobres. Hospital que ha funcionado como tal desde 1452 y hasta el siglo XX. En 1971 las labores del hospital se llevaron a un complejo más moderno y el antiguo hospital ha quedado como momunemto histórico-cultural.
Desde fuera parece un convento, pero en cuanto atraviesas el patio quedas deslumbrado por el color de sus tejas. Parece mentira que esto fuera un hospital para pobres...
Rolin lo impulsó pero los nobles y burgueses de Borgoña donaron dineron para ampliarlo, embellecerlo y convertirlo en el edifio que aún podemos ver: una joya de estilo flamenco.
Es una pena que las fotos no recojan toda la belleza del colorido del tejado.
En su interior podemos ver la sala donde se cuidaba a los enfermos, la farmacia del siglo XVIII, la cocina, la capilla y aprender de su historia.
Aunque la joya de Beaune es este edificio, en nuestra visita no debemos olvidarnos de las iglesias de Notre Dame y de San Nicolás y, cómo no, del museo del vino.
Es cierto que la mayor parte de las ciudades francesas son pequeñas, al menos los centros históricos, pero me parecía extraño ese comentario. ¿Cómo no iba a ser interesante Dijon?
Seguí preguntando y alguien me recomendó que visitara el mismo día Beaune, una ciudad pequeñita, a medio camino entre Lyon y Dijon. No me dijo más, sólo que era muy bonita.
Decidí parar primero en Beaune, hacer una visita rápida y dejar más tiempo para mi visita a Dijon. Sin embargo, me sorprendió tanto esta ciudad que me demoré más tiempo del que pensaba. Y menos mal que lo hice.
Beaune se encuentra a 40 km de Dijon, rodeada de campos y vides. Antaño capital de la región de Borgoña, hoy centro del comercio vinícola de la zona.
En el siglo XIV, era una ciudad rica gracias al comercio de vino, por lo que hubo que defenderla con murallas y bastiones. Basta un paseo por la ciudad para admirar el estado en el que aún se conserva la muralla medieval.
Su casco histórico es pequeño. Caminando por él nos daremos cuenta de que todo en Beaune respira a vino (metafóricamente hablando, claro, no os creáis que os vais a embriagar sólo por pasear...). El teatro del vino es el primer acercamiento que tiene el visitante. Muy cerca de él, la oficina de Turismo, antiguo palacio ducal. Bodegas de vino, tiendas especializadas, rutas por los viñedos... todo tiene que ver con el vino en Beaune.
En el siglo XV, con la guerra de los cien años desarrollándose, los ciudadanos de esta localidad sufren hambre y miseria. Nicolás Rolin, canciller del duque, decide crear un hospital para los pobres. Hospital que ha funcionado como tal desde 1452 y hasta el siglo XX. En 1971 las labores del hospital se llevaron a un complejo más moderno y el antiguo hospital ha quedado como momunemto histórico-cultural.
Desde fuera parece un convento, pero en cuanto atraviesas el patio quedas deslumbrado por el color de sus tejas. Parece mentira que esto fuera un hospital para pobres...
Rolin lo impulsó pero los nobles y burgueses de Borgoña donaron dineron para ampliarlo, embellecerlo y convertirlo en el edifio que aún podemos ver: una joya de estilo flamenco.
Es una pena que las fotos no recojan toda la belleza del colorido del tejado.
En su interior podemos ver la sala donde se cuidaba a los enfermos, la farmacia del siglo XVIII, la cocina, la capilla y aprender de su historia.
Aunque la joya de Beaune es este edificio, en nuestra visita no debemos olvidarnos de las iglesias de Notre Dame y de San Nicolás y, cómo no, del museo del vino.
Si ahora alguien me dijese que va a viajar por la zona no podría menos que recomendarle esta ciudad... y que se traiga algo de vino, claro.